//Mutis, precursor de los precursores

Mutis, precursor de los precursores

Ponencia del presidente Belisario Betancur sobre el Sabio Mutis, los antecedentes de su llegada al Nuevo Mundo; el contexto social, político e intelectual que encontró y los expedicionarios que lo acompañaron en su gesta científica.

FOTO: José Celestino Mutis – 1808 – Casa Museo del 20 de Julio – Grabado en papel y tinta

Por: Belisario Betancur Cuartas

“… tu nombre  inmortal, que jamás borrará edad alguna…”. Linneo.

1.-          Introducción.- La tríada

Entre los años de 1770 y 1840 se presentaron en Europa y Estados Unidos estremecimientos homólogos que dejaban atrás los tiempos de la Escolástica y el magíster dixit, y erigían la razón en centro antropológico, para descifrar los problemas relacionados con la libertad y el progreso. En síntesis, la tríada libertad, igualdad, fraternidad de los revolucionarios franceses de 1789. Se abrieron puertas y ventanas al conocimiento: en los años 60 esas ideas llegaron al Nuevo Mundo.

                Era La Ilustración

Los siglos XVII y XVIII se caracterizaron por la irrupción del pensamiento ilustrado, que elevaba la duda y el raciocinio a la categoría de barco insignia en el navegar del ser humano a través de los tiempos, lo mismo en la Gran Bretaña con Locke, en cuyo Tratado sobre el gobierno civil se establece que la gobernabilidad debe fundarse en el consenso entre gobernantes y gobernados; que con Hobbes en su Leviatán, con el contrapunto de que todos los seres  humanos tienen tendencia a la anarquía y a la belicosidad, lo cual los lleva a convertirse en lobos, y a la desconfianza de los unos para con los otros. Bentham y Stuart Mill serían reflectores de aquellas ideas por el continente europeo; también por América.

Kant   y   Hegel,  en  Alemania,  sueltan  amarras  al conocimiento, uncido hasta entonces a la Escolástica de Santo Tomás de Aquino desde la Summa Theológica. Montesquieu, en Francia, divide los poderes públicos en tres categorías iguales: legislativo, ejecutivo y judicial, cuya armonía erige en canon jurídico en su obra El espíritu de las leyes. Surgen también en Francia, Rousseau con El Contrato Social;  Voltaire, con su Tratado de Tolerancia; D’Alembert y Diderot, con los Pensamientos Filosóficos y con la Enciclopedia (de allí que se les llamara los enciclopedistas), y Voltaire y Rousseau.

Este caudal de pensamiento que exalta las potencialidades del ser humano y su libertad, determinó la crisis de las monarquías y del estado-feudal. La democracia fundamentaba y consolidaba su vigencia, mediante la insurrección de los pueblos y la reivindicación entusiástica y  colérica de sus derechos. Las ciencias  valían por la capacidad  intrínseca de los seres humanos, más allá de las negaciones de existencia de alma en los habitantes de las tierras recién descubiertas, exaltadas sus potencialidades  por los  teólogos de la  escuela  de  Salamanca -Vitoria, Suárez, Vives-,  contra las sindicaciones de inferioridad de Fray Ginés de Sepúlveda, Hegel y Buffon. Subsistían los gobiernos absolutistas pero se advertían luces nuevas: era el despotismo ilustrado en la edad de la razón; era el siglo de las luces, con el presentimiento de nuevos horizontes para el conocimiento.

2.-          La llegada de Mutis

En ese cruce  histórico de ideologías, en 1760 llega Mutis al Virreinato de la Nueva Granada, con la decisión de hacer un gran herbario y de profundizar en el estudio y condiciones de plantas medicinales cuyas virtudes curativas presentía. El científico  empezaba  a expresarse desde el momento en que salía de Madrid  en dirección a Cádiz y más tarde a las Indias: cerca de seis meses de viaje en los cuales comenzó a escribir su Diario de Observaciones, que continuaría durante treinta años y que es una de las fuentes fundamentales para aproximarse a su vida y a su obra. Vida de criollo, porque se criollizó en el Virreinato. Vida de neogranadino, porque desde su llegada nunca salió de la Nueva Granada, en los 49 años que vivió en el Virreinato.

Mutis se saturó del pensamiento de los iluministas o ilustrados, y lo adoptó. Por tanto, para él todo era destinatario de la razón, la más importante herramienta que tiene el ser humano para acercarse a la verdad. La libertad está antes de toda investigación, porque ésta la presupone desde el momento en que no es imaginable la indagación de la naturaleza si se erigen los límites establecidos desde el medievo.

La metodología de Mutis era una ruptura que seducía a los jóvenes, de allí que formaran en la avanzada de las tertulias científico-democráticas; y más adelante fueran la vanguardia de la revolución de Independencia. Todavía Mutis no era sacerdote. Como científico, ya estaba transgrediendo todo lo preestablecido, por lo cual sus actividades despertaban recelos. En la inauguración de la Cátedra de matemáticas en el Colegio del Rosario en Bogotá, dio a conocer los principios del sistema de Copérnico, frente a las teorías de Ptolomeo y de la Escolástica. Ya era un heterodoxo, que promovía debates entre copernicanos y newtonianos.

3.-          Las tertulias

De los temas tratados en La Eutrapélica; de las reflexiones sobre la corrupción en la metrópoli; de los análisis sobre los ilustrados franceses como Rousseau, Voltaire y D’Alambert, surgió la necesidad de un periódico. Todos los sigilosos contertulios de la alta clase santafereña estuvieron de acuerdo. Así, en la Eutrapélica nació el Papel Periódico de la Ciudad de Santafé, que apareció en la mañana del 9 de septiembre de 1791 y publicó semanalmente 265 ediciones durante 6 años, hasta febrero de 1797: eran ocho páginas en octavo en las que aparecían informaciones locales y noticias europeas, principalmente con respecto a la revolución francesa, que desde dos  años antes  iluminaba de reivindicaciones y contradicciones el mundo entero. Y aparecían escritos en los que se criticaba a las autoridades virreinales locales y a las propias autoridades españolas de la península.

Desde entonces el Papel Periódico fue el epicentro de todos los lectores ávidos; y desde luego, de los buscadores de destino, puesto que allí colaboraban personalidades como Mutis, Zea, Caldas, Nariño, Pedro Fermín de Vargas, Eloy Valenzuela, Jorge Tadeo Lozano y José Manuel Restrepo.

4.-          Nace el periodismo

El periodismo colombiano había nacido. Y había nacido el periodismo de opinión. Desde el comienzo germinó en terreno fértil, a la sombra de los jóvenes sabios que estudiaban con pasión  la  esencia  de  la incipiente  nacionalidad. Marchito El Papel Periódico, lo sucederían  El Redactor Americano  en 1806,  El Alternativo del Redactor Americano de 1807 a 1809; y La Constitución Feliz, el 17 de agosto de 1810, tres semanas después del grito de independencia y siempre bajo la dirección de Manuel del Socorro Rodríguez. Quien sufrió más de un rigor por sus simpatías con los patriotas, al punto de que en una ocasión, bajo el cielo de la patria boba, fue denunciado y por poco fusilado, pero a las volandas colgó  en su oficina un cuadro de Fernando VII y eso lo salvó. Murió en la pobreza, solo ayudado por Jorge Tadeo Lozano. Y seguirían La Bagatela, de Nariño; El Semanario del Nuevo Reyno, de Caldas, El Correo Curioso y tantos otros. ¡La mediateca colombiana es rica en evocaciones gloriosas!

Además, uno de los temas favoritos de Mutis fueron las matemáticas. Tal interés se advierte en el trabajo del padre Domingo Duquesne, cura párroco de Lenguazaque y Tocancipá, en donde logró de los labios de los últimos  muiscas que poseían su idioma, el calendario y el sistema numérico de base 20, que Humboldt describe en su obra “Vue des Cordilleres” (Paris 1810). Este bello trabajo fue entregado por Duquesne a Mutis.

5.-          El príncipe de los botánicos

¿Quién fue en  realidad  aquel insólito personaje que fue calificado por Linneo como phytologorum americanorum princeps, el príncipe de los botánicos americanos? ¿Quién fue aquel a quien Humboldt, en un ejemplar de su obra Geografía de las plantas, escribió esta dedicatoria?

“Y dedicado con los sentimientos del más profundo reconocimiento al ilustre patriarca de los botánicos…”.

                Pues bien, aquella figura sin par fue Mutis, quien nacido en 1732 en Cádiz, cursó allí gramática y filosofía; y en Sevilla y Madrid medicina, botánica, matemáticas, física y astronomía, complementadas en la nueva escuela linneana del Jardín Botánico del Soto de Migas Calientes, en España. Entonces  recibió el ofrecimiento de una beca  para especializarse en universidades europeas, pero prefirió viajar al Nuevo Mundo  como médico de don Pedro Messía de la Cerda,  Marqués de la Vega de Araujo, nombrado Virrey de la Nueva Granada. El viaje fue el domingo 7 de septiembre de 1760 en el navío de guerra Castilla; el 29 de septiembre llegaron a Cartagena, donde recibieron brillantes homenajes y siguieron por los ríos Magdalena y Opón y la provincia de Vélez, en Santander, el 28 de enero de 1761; llegaron a Santafé de Bogotá el 24 de  febrero de 1761. Mutis tenía entonces 29 años: jamás saldría del territorio de la Nueva Granada.


FOTO: CASA DE LA EXPEDICIÓN BOTÁNICA, MARIQUITA (TOLIMA). CRÉDITO: Tomada de Mapio.net

6.-          La Flora del Virreinato y la Sociedad Patriótica

                Su  febril  actividad  no le  admitía  descanso: en 1763 solicita al ilustrado rey Carlos III la creación de la Real Expedición Botánica, que solo obtiene 20 años después. En Girón, Pamplona e Ibagué, busca plantas medicinales, quina entre ellas. Y busca plata y oro. En el entretanto, en 1772, se ordena sacerdote secular, más tarde será canónigo. A instancias  de su discípulo Jorge Tadeo Lozano, crea la Sociedad Patriótica para difundir la educación popular, que ahora hemos refundado con Universidades y Academias. Y hace construir por el arquitecto Petrés (el mismo que construyó la Basílica Primada de Bogotá), el Observatorio Astronómico, el primero que  se levantó en territorio americano.

Trabaja sin cesar en su obra monumental de La Flora: son 6.849 láminas de plantas y flores de grandes dimensiones, copiadas del natural. Mutis escogía cada rama con muchas flores, e indicaba a pintores buscados por él mismo en el Virreinato, que en los lados y en la base de las láminas dibujaran también los frutos y diagramas anatómicos para la filiación del grupo  vegetal respectivo.  Y de cada lámina hacía levantar dos ejemplares, uno para enviar a España y otro para dejar en Bogotá; uno con tinta negra y otro en colores, los cuales provenían de árboles y de minerales neogranadinos descubiertos por Mutis, cuyas fórmulas han desaparecido.

El  científico  quería  que  su obra  quedara  en la  Nueva Granada. Pero su sueño se frustró en 1816, ocho años después de su muerte, cuando el pacificador Pablo Morillo (en los tiempos de “la Patria Boba”) ordenó a su lugarteniente, el general Pascual Enrile, que despachara las láminas en 44 grandes carpetas, 4.000 folios de manuscritos, herbarios y cuadernos de observaciones, al Jardín Botánico de Madrid, donde ahora se guardan, abiertas a la investigación.

7.-          Humboldt y Mutis

Humboldt estaba en Lima de viaje hacia  el sur del continente. En aquella ciudad escribió:

“El deseo ardiente de ver al gran botánico don José Celestino Mutis, amigo de Linneo, que vive hoy en Santafé de Bogotá, y de comparar nuestros herbarios con los suyos, me inclinaron a preferir la ruta terrestre hacia Quito desde Santafé y Popayán, a la vía marítima desde Porto Bello, Panamá y Guayaquil”.

Llegó a Bogotá el 24 de febrero de 1801. Allí permaneció algo más de dos meses con su asesor, el médico francés Bonpland, trabajando con Mutis, quien le regaló cien láminas de la Flora. El relato de Humboldt sobre los preparativos y cautelas de Mutis para recibirlo, es uno de los más deliciosos capítulos del diario del viajero alemán, traducido al español hace solo veinticinco años por las academias científicas de Alemania y de Colombia. Decía Humboldt:

“Nuestra llegada a Santafé se asemejó a una marcha triunfal. EI Arzobispo nos había enviado su coche, con el cual vinieron los notables de la ciudad. Se nos dio un almuerzo a 2 millas de ésta, y entramos con un acompañamiento de más de 60 personas a caballo. Como se sabía que veníamos a hacer visita a Mutis, quien es en la ciudad sujeto de gran consideración, por razón de su avanzada edad, de su crédito en la Corte y de su carácter personal, se buscó dar cierto brillo a nuestra llegada, y honrar en nosotros a este hombre. El Virrey, según la etiqueta, no debe comer con nadie en la ciudad, pero estaba casualmente en su casa de campo de Fucha y allí nos invitó. Mutis nos había hecho arreglar una casa en su vecindad, y nos trató con excepcional amistad. Es un eclesiástico anciano, venerable, de cerca de 72 años, y también un hombre rico. El Rey cuenta aquí para la expedición botánica con 10 mil piastras por año. Hace 15 años, 30 pintores trabajan con Mutis, quien posee de 2 mil a 3.000 dibujos tamaño infolio mayor, que son verdaderas miniaturas. Después de la de Banks, en Londres, nunca he visto una biblioteca botánica tan grande como la de Mutis. A pesar de la proximidad del Ecuador, el clima es aquí sensiblemente frío, por razón de la gran altura indicada más arriba: el termómetro está de ordinario a 6 o 7 grados Réaumur, a veces en 0 o. y  nunca por encima de 18º”.

Humboldt viajó por tierra desde Bogotá a Quito para conocer a Caldas. En Popayán visitó al padre de Caldas, quien le informó acerca de los estudios científicos de su hijo; en Pasto, el Alférez Real Don Tomás de Santacruz, le dio informes sobre las actividades volcánicas en la zona. En Ibarra, ya en el Ecuador, se encontró con Caldas con quien hizo varias expediciones.

Otro tema que ocupó lugar prominente en la tarea de  Mutis,  fue la cartografía: se conservan ejemplares cartográficos de Humboldt y Caldas, levantados a seis manos con Bonpland.

8.-          La capital de la ciencia y la libertad

El Virreinato de la Nueva Granada era, a comienzos del siglo XIX, referencia obligada de las ideas ilustradas que suscitaban debates a diestra y siniestra. Y era, así mismo, centro científico de primer orden por las investigaciones sobre la quina y los minerales. En esos días la biblioteca de la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, contenía 2.000 volúmenes, en su mayor parte de teología protestante y leyes inglesas; mientras que la biblioteca de Bogotá tenía más de 10.000 volúmenes sobre matemáticas, otras ciencias y tecnología.

Mariquita (de donde Mutis, enfermo, se despidió el 16 de enero de 1791), era almácigo de la ciencia y la libertad. El Colegio Mayor del Rosario, hoy Universidad del Rosario, era la cuna de la República. Y Santafé de Bogotá, la capital mundial de la ciencia y de la libertad.

Sí; la Nueva Granada era centro de atención de las ciencias y de las nuevas ideas. Además, la Nueva Granada era eje focal de factorías industriales, en torno de la quina y los minerales, que los Mutis habían investigado y comercializado con permiso real. He aquí un aspecto ignorado de Mutis: el minerólogo. Esa investigación está esperando nuevas expediciones. Detengamos un momento la mirada.

9.-          Mutis, minerólogo

En el siglo XVIII Antonine  Lavoisier, guillotinado por la Revolución Francesa, funda la química moderna. Al tiempo, en Segovia, España, se impulsan los estudios de química con el aporte de franceses en el exilio y de españoles. Se rompe el paradigma de los siete elementos de la antigüedad, conservados por los alquimistas: oro, plomo, plata, mercurio, estaño, hierro y cobre.

En esa época llegó a trabajar a Santafé de Bogotá, Juan José Delhuyar, español de La Rioja, quien con su hermano Fausto se había doctorado en Segovia, Upsala (Suecia) y Friburgo (Alemania). Se conservan en la Biblioteca Nacional y en archivos privados, documentos de este químico, descubridor del elemento tungsteno (wolframio). Son notables sus notas de clase con Bergaman en Upsala, la memoria del descubrimiento del tungsteno; y las memorias de sus trabajos de ingeniería metalúrgica.

Pues bien, cuando Delhuyar quiso ir a trabajar al Perú, Mutis le pidió permanecer en Santafé, en donde murió. La Corona española envió para el desarrollo minero del Virreinato a fines del siglo XVIII, una misión de mineros sajones encabezada por Wiesner.

Mutis, como minero, tuvo apoyo técnico en Delhuyar; Humboldt admiró sus diseños metalúrgicos en Mariquita.

10.-        Los metales

Los  conocimientos de la metalurgia de la plata que España poseía desde los días de la República Romana, se unieron a los conocimientos de metalurgia de la plata de los indios de Meso-América y de los Incas. Los españoles explotaron aquel mineral en La Plata (Huila), que era el septentrión del imperio incaico. Dicho trabajo de metalurgia tuvo como base su conocimiento de la mineralogía.

Por  otra parte,  nuestros  indígenas de  las  selvas  del Océano Pacífico conocían un elemento químico que no figuraba entre los conocimientos del antiguo mundo clásico. El elemento platino, el cual fue estudiado por Antonio de Ulloa y Jorge Juan, científicos españoles  del siglo XVIII.

No quiero abundar ahora en los estudios sobre la metalurgia del cobre, el bronce, el zinc y el estaño conocidos por los españoles y los indios; y recogidos por Mutis. Hay allí un pozo profundo por investigar, al punto de que medio siglo después de la muerte de Mutis, Alemania nombró como su primer embajador en la nueva república al científico Hermann Schumacher, para que además de sus tareas diplomáticas, investigara posibilidades en seguimiento de los estudios de Humboldt y la Expedición: tres volúmenes sobre Mutis, Caldas y Codazzi dejó Schumacher, traducidos y publicados entre 1982 y 1986 por Ecopetrol, editados en la Imprenta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo, que  han sido reeditados a propósito de las evocaciones centenarias de Mutis. Sin olvidar, desde luego, los dos soberbios volúmenes Florae Columbae, de Hermann Karsten, publicados en 1858 y 1869 y reeditados por el profesor Giorgio Antei y Seguros Bolívar en 1996, con cien láminas de la Flora y espléndidos estudios mutisianos de Antei.

11.-        Los Comuneros

En el entretanto, Mutis enviaba carta tras carta al rey Carlos III (pintado por Goya como cazador que mira de reojo con picardía). Eran las representaciones, en las cuales solicitaba al monarca la creación de una Real Expedición Botánica, como las que ya se habían fundado en Cuba, el Perú y México. Encontró respaldo en el Virrey ilustrado, el Arzobispo Caballero y Góngora. Pero el movimiento de los Comuneros del Socorro, retardaba las decisiones: José Antonio Galán había avanzado hasta Mariquita. Por fin, veinte años después de la primera idea de Mutis, el primero de abril de 1783 -fecha de la independencia de los Estados Unidos-, comenzó la Real Expedición Botánica, bajo su dirección. Tenía entonces 51 años y la dirigiría por 25 años continuos, hasta su muerte.

Dos años antes los Comuneros habían salido del Socorro, Charalá y otros pueblos santandereanos,  y  habían avanzado hasta el Puente del Común, cerca de Chía y Zipaquirá, decididos a tomar a Bogotá. ¡Oh, paradoja: el arzobispo ilustrado que pactó con los Comuneros, a los cuales también les habían llegado ya las iluminaciones del siglo de las luces esparcidas por Mutis, era el mismo que nombraba al supuesto corruptor de comunidades, para dirigir la institución científica que enseñaba medicina, astronomía y libertad.

Cien años después, en Antioquia reverdecerían las ideas ilustradas en la apertura de la educación durante el gobierno de Berrío. Y el pensamiento y la praxis del Mutis minerólogo abrirían caminos para la fundación de los estudios respectivos, antecedentes de la Escuela de Minas de Medellín. Por cierto, en el prólogo a Estudios Industriales sobre la Minería Antioqueña en 1856, publicado en 2007 por la Universidad Eafit, escrito por Manuel Uribe Ángel, Camilo A. Echeverri y Emiro Kastos, el historiador Jorge Orlando Melo dice: “La minería fue, desde mediados del siglo XVIII, el  motor principal del desarrollo económico de Antioquia”. Y ello, a pesar del escepticismo en su “Ensayo sobre la geografía”, de José Manuel Restrepo de 1809, publicado también por Eafit en su colección Rescates.

12.-        La retorta hirviente

Muy pronto Mutis ya no trabajaría  casi solo: los  que formaban el equipo inicial (el padre Eloy Valenzuela y Antonio García, dibujante), se habían acrecentado con  científicos y pintores, hasta el número de 35. Las láminas de la flora comenzaron a circular. Los herbarios a multiplicarse. Las cátedras heterodoxas a sobreabundar, si bien el Arzobispo se retraía  y de tiempo en tiempo hacía otra vez aflorar la Escolástica, en simbiosis con las incorporaciones ilustradas de la razón.

La Expedición era un hervidero de debates científicos, y al tiempo una retorta hirviente de ideas revolucionarias. Los jóvenes científicos habían descubierto las lejanías y diferencias entre las gentes de la península y los criollos. Y como tales, se sentían capaces de dirigir los destinos virreinales.

Al tiempo, Caldas estudiaba el papel del entorno sobre plantas y animales y su rol en la distribución mundial de las especies, veinte años antes de que Darwin visitara las Islas Galápagos, donde quizá conoció la obra del sabio y mártir payanés.       

13.-        El precursor

                La evocación de algunos nombres de aquellos sabios criollos que pasaron por la Expedición, habla con elocuencia de la irrigación del pensamiento de Mutis: Francisco Antonio Zea, Jorge Tadeo Lozano, Francisco José de Caldas, Pedro Fermín de Vargas, Rizo, Carbonell, Francisco Javier Matis y Sinforoso Mutis, entre otros. Es como un desfile hacia la muerte, porque muchos fueron encarcelados, desterrados, ejecutados.            

La huella que dejaban los jóvenes expedicionarios era profunda. Las ideas pedagógicas de Mutis encontrarían eco en el Plan de Estudios de Moreno y Escandón; en las fundaciones educativas visionarias del General Santander; en la reforma educativa de don Mariano Ospina Rodríguez como ministro del ramo del General Pedro Alcántara Herrán; en el Plan de Estudios de don Dámaso Zapata en Bucaramanga, durante los gobiernos del Olimpo Radical. Y, por qué no decirlo, en las Sociedades de Amigos del País y Academias de Estudio, que muchos años después retomarían otros eminentes colombianos ilustrados.

Mutis murió en Bogotá el 11 de septiembre de 1808 a los 76 años, apesadumbrado de los que veía caer y de los que presentía que caerían después, iluminados por las luces de la Ilustración. Y fue enterrado al día siguiente, el 12, en la Iglesia de Santa Inés. Allí permanecieron sus restos, en la tumba número 12, hasta el 19 de febrero de 1957 en que la Academia Colombiana de Historia a instancias del profesor Luis Duque Gómez, los exhumó e hizo trasladar, primero a la Basílica Primada y más tarde a la Capilla de La Bordadita de la Universidad del Rosario, donde hoy reposan.

Los científicos de la Expedición estudiaban ciencia. Además, iban en busca de la nueva patria que asomaba por entre los pliegues de las instituciones científicas. Mutis y la Expedición eran el puente de transición entre el despotismo ilustrado y las ensoñaciones de la independencia, con sus vacilaciones efervescentes pero con ansias de gloria: eran los jóvenes discípulos de Mutis, quien había sembrado ciencia y libertad en sus corazones.

Numerosas tareas inconclusas quedan en el inventario de la Expedición, iniciadas por los jóvenes de la generación mutisiana, como un desafío para nosotros. Mutis fue el precursor de los precursores. En aquellos jóvenes estaba naciendo la hermosa patria que amamos.


MAPA:  Itinerarios de José Celestino Mutis de Cádiz hacia Santafé (1760-1761) y en el Nuevo Reino de Granada (1762- 1808)

FUENTE: http://www.museonacional.gov.co/sitio/mutis/mat-didactico.html